"En Pos del Fuego Primordial"

El Flautista de Hamelín

lunes, 20 de julio de 2009

Vino sin mucho bombo, pero su hablar era engolado como el de un presidenciable. Todo vestido de azul embajador exponía sus primeros conceptos lentamente para disimular el acento yanqui.

Recto hasta la exageración daba la impresión de que se había tragado una flauta traversa tamaño familiar. Trataba de encantar a un auditorio estudiantil con su pose cosmopolita y su sentido del humor extraño.

Parapetado detrás del podio oficial en el Teatrín Copérnico de la Ciudad Universitaria, era, sin saberlo, el invitado propiciatorio para caer en la emboscada que le tendieron los promocionables de la Facultad de Economía que tenían planeado hacerle padrino.

Venido de todas partes, de Cambridge, del Banco Mundial, del JP Morgan, del Ministerio de Economía y de la ONG con la que quiere "civilizarnos" ofreciéndonos nuestra agua con iniciativa privada, Kuczynski nos miraba con pose autosuficiente.

Nos vino a decir que los próximos 25 años serían los años de oro del Perú porque el buenazo de Malthus ayudó a Fujimori a bajar la tasa de natalidad permitiendo que las mujeres se integren de lleno al ejército laboral de los desocupados de la modernización.

También serían buenos, dijo, porque habiendo engordado bastante la caja fiscal había llegado la hora de romper el chanchito y gastar en servicios, en medio de la peor depresión financiera, industrial y comercial del mundo.

A sabiendas de que el mercado se ha achicado en un 40% en todo el mundo y de que cualquier forma de recuperación no será industrial, pues nadie va a usar liquidez para invertir en un mercado más chico, dijo que este era el tiempo de las oportunidades, a sabiendas de que lo posible no es lo necesario.

Visto que la tasa de retorno de capital ha disminuido drásticamente, se puso bamba y aconsejó que, no obstante la inflación y la devaluación de las monedas es enorme, no queda sino salvar a todos los bancos a costa de las Bancas Estatales y combatir la inflación con mayor impresión de moneda, para que la gente compre aunque luego no pueda pagar el tamaño de sus deudas y los bancos a quiénes rematar sus bienes.

Aquello no es otra cosa que combatir la inflación con más inflación y combatir la recesión con la liquidación de los pocos capitales sin pasivos impagables. Esta receta sería como el Santo Sanctorum de los Neoclásicos de la Economía y de la Teoría de las Supercuerdas: estimular a las empresas privadas con fondos públicos gastando en servicios e infraestructura como agua, electricidad, puertos, aeropuertos y caminos, como si éstos crearan por sí solos recuperación sin inversiones.
Por eso, casi al final, desplumado y apaleado por las preguntas del auditorio, se sacó una carta bajo la manga para anunciar desde Trujillo, que necesitaba jóvenes economistas, de ambos sexos, para encuestar alcaldes menores por los 2,000 distritos del país, recogiendo tres proyectos por cada uno, hasta completar su gran Programa: PERÚ 5000. Proyectos con los que se entornilla a la juventud universitaria y desempleada tras la aventura de su postulación presidencial.

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