"En Pos del Fuego Primordial"

LA MUERTE o Proposiciones sobre la Alquimia de la Vida

miércoles, 13 de diciembre de 2006

El que se conforma con su forma ha muerto aunque no haya muerto aún.
El que no quiera entender la irreductible unidad de lo existente se autoexcluye.
El que no practica el servicio como ruta ascensional no conoce el perfeccionamiento.
El que da y recibe gratuitamente y con gratitud llega a la meta en cada punto.
Error y demora son ya un castigo, por eso un bien impuesto induce a la desconfianza.
El Yo que no se integra consigo mismo y con los demás no vive.
El ego que no se transforman por el dolor y el desapego prolonga su conflicto.
El despertar es morir para vivir, vaciarse para aprender, perder para ganar.
El que sea Señor de sí mismo se da del todo sin cálculo y sin duda.
El agua ahoga pero moja; el fuego quema pero abriga; el veneno mata pero cura.
El mal prepara para el bien, el suplicio para el gozo y el vacío para el desafío.
El salir del intestino es el único camino para alcanzar nuestro destino.
Por eso...Toda reflexión filosófica seria es una forma histórica de muerte.
Todo significado y sentido de la muerte se patentiza en la historia cultural y filosófica.
Todo significado y sentido vital se patentiza en el modo en que enfrentamos la muerte.
Todo significado y sentido de la agonía nos es patente en los estudios bío-psico-sociales.
Toda extensión de una de las formas de muerte a la de las demás es reduccionismo.
Todo intento plausible consistirá en explicar la diversidad de concepciones sobre la muerte.
Toda región de la realidad tiene su forma específica de parecer, padecer y perecer.
Todos los seres perecen en distintos grados, del mínimo inorgánico al máximo humano.
Todo «perecer» depende del grado de «durabilidad» de su nicho natural.
Todo ser se ubica entre los extremos de la escala real.
Toda muerte funciona como fenómeno y propiedad.
Todo mortal deja de ser real en cuanto vaca del conjunto contínuo de la naturaleza.
Todo contexto ‘mortal’ siempre será vagamente similar a otros, como hecho y como valor.
Toda evocación de la muerte será irrepetible e intransferible por sus circunstancias.
Toda muerte enfoca la modalidad y el proceso, no al sujeto, pues todos dejan de vivir.
Todo ser vivo deja de estarlo, en cambio todo hombre además muere.
Todo morir se incluye en el dejar de vivir, y éste en el dejar de existir, y estos en el tiempo.
Toda entidad real es temporalmente finita acorde con la complejidad de su estructura, de la clase de sistema en que se ubica, y de las leyes que expresan su regularidad.
Todo grado entre perecer y morir son formas de un único cesar, pero el morir implica a todas.
Toda muerte merece ser llamada cesación, pero no toda cesación merece ser llamada «muerte».
Toda existencia es mensurable porque en el tiempo contínuo todo es discontúno.
Toda descripción, explicación de la realidad o deseo afirma y niega la idea de absoluto.
Todo extremo epistémico ubica la existencia en la realidad pero no comporta realidad alguna.
Todo optimismo fisicalista afirmará que la muerte es la apariencia de un proceso interminable.
Toda idea de Espíritu como Naturaleza y viceversa transfunde las propiedades mecánicas y características mentales.
Ningún Absoluto-Ideal fundamenta lo relativo-real pues el todo emerge de las partes.
Todo lo existente descansa en una estructura material compleja y diversa.
Todo artificio explicativo sitúa realidades ontológicas entre polaridades epistemológicas.
Toda forma material tiene la posibilidad de dar emergencia a otras.
Toda forma de conciencia no puede estar desligada de una base material.
Todo predicado es más o menos el atributo entitativo de realidades concretas.
Nada pertenece en absoluto a tal o cual tipo de realidad porque no hay realidades absolutas.
Toda determinación es posible si se usa más de un punto de referencia.
Todo devenir es una emergencia multidireccional, un tender entre extremos inexistentes.
Toda anfibología acerca de que todo es todo en todo envilece toda predicación y predicción.
Ninguna realidad puede ser atrapada en ninguna exhaustiva estructura conceptual.
Ningún explicación determina en abstracto, a priori y para siempre la realidad a entender.
Todo elemento que se afirme no cambia no existe.
Todas las cosas son cesables porque son reales y no al revés.
Todo ser aparece como la forma de una tendencia multidireccional en el tiempo.
Ningún objeto existe sino hasta que actualice su posibilidad y probabilidad.
A las realidades inorgánicas les corresponde una cesabilidad mínima, o duración mayor, y a las orgánicas y humanas, una cesabilidad máxima, o duración menor.
A mayor complejidad mayor consumo de energía y menos tiempo si su masa no es suficiente.
El orden natural es un discontinuo pero los ordenes incluidos son continuos.
Cualquier forma de escindir a un objeto de la realidad para entenderlo es un artificio.
Ninguna ontología se adopta por su irrefutabilidad sino por su efectividad aunque sea provisional.
Toda realidad comporta un suigeneri continuo material sin principio, emergente del conjunto de las relaciones que determinan la forma de su movimiento.
Toda ontología es ajena a los sentidos del lenguaje pero afín a los lenguajes especializados.
Todo universo medido desde un referente único se aleja y vuelve al punto inicial sin fin.
No existen ni principio ni final evidentes, ni indeterminación ni determinación totales, pues tampoco sistema alguno da cuenta de su complejidad existencial y de su simple morbilidad.
En la secuencia real algunos modos de existir y perecer son más prominentes que otros.